FILMAR COMO GESTO DE LIBERTAD
Brais Romero Suárez
Escribir sobre Laura Huertas Millán en tan breve texto supone el riesgo de dejar algunas de las múltiples dimensiones de su obra en el tintero. Su delicadeza con la cámara es capaz de representar a los primeros colonos en las Américas de una forma casi lisérgica, hasta captar la realidad traumática de una intérprete de ópera condenada a cantar el silencio. Su cine combina técnicas narrativas clásicas con un poderoso uso de la voz en off, que no complementa la historia o la conduce, sino que abre la puerta hacia nuevas interpretaciones de la misma imagen. Una suerte de etnoficción que busca ahondar en temas como el colonialismo e a súa ollada, ou a identidade sexual.
Etnoficción es quizás el término más adecuado para englobar este cine que, desde una perspectiva rigurosa, no cierra la puerta a caminos más narrativos o a la propia intervención de la directora en sus propios filmes. En unos tiempos en los que aún seguimos debatiendo entre ficción y documental, Laura Huertas se sitúa de forma firme con un pie en cada campo, empleando las herramientas que más necesite dependiendo del momento.
Dividir su obra en temas sería cerrar la puerta a interpretaciones que atraviesan toda su filmografía, como los hilos invisibles que tejen cada uno de los filmes de la cineasta franco-colombiana. Por ejemplo, ¿acaso esa visión colonizadora que acompaña el discurso reconstruido de Journey no es la misma visión que, irónicamente, centra el tramo inicial de El Laberinto? O, ¿acaso esa contraposición artesanal de las mujeres que tejen en libertad ante un mundo globalizado en el que el matrimonio es la máxima a perseguir, no es la misma que condena a Antonia a ser vista como una outsider dentro de su propia familia?
Si observásemos su filmografía como el resultado de un tapiz aún inacabado, podríamos observar diferentes manifestaciones artísticas (delirios de conquistadores, confesiones familiares, etc.) que existen mientras sea Laua la cineasta la que teje. “Me gusta tejer porque nadie me manda”, dice una de las mujeres de La Libertad, una frase que parece a la de la propia Laura, levantándose contra un cine mayoritariamente dominado por una visión masculina, blanca y europea.
Hace falta, pues, dejar las letras y pasar a las imágenes y a la voz. El cine de Laura Huertas Millán tiene voz propia y un texto siempre será incapaz de englobar o resumir la multiplicidad dimensional que este abarca. Así que, pensemos en estos párrafos no como un comentario sobre su filmografía, sino como una invitación a sumergirnos en la misma. Sin prejuicios, con los ojos abiertos, y con la mente despierta.
Laura Huertas Millán es una artista y cineasta franco-colombiana. Doctora en artes visuales de la Universidad PSL (programa SACRe), hizo parte del Sensory Ethnography Lab de la Universidad de Harvard. Sus películas entrelazan la etnografía, la ecología y la ficción, narrando diferentes estrategias de supervivencia, de resistencia y de resiliencia contra la violencia. Sus obras han sido presentadas en festivales de cine tales como la Viennale, Toronto, el New York Film Festival, Rotterdam, La Habana, FICValdivia o Cinéma du Réel; y han sido premiadas en el festival de Locarno, el FIDMarseille, Doclisboa y Videobrasil, entre otros. Retrospectivas de sus películas han sido presentadas en la cinemateca de la Universidad de Harvard, en el CCA (Glasgow), el CA2DM (Madrid), en el Festival de Mar del Plata, en el ICA (Londres), en el Flaherty Seminar y en la Cinemateca de Toronto. Entre sus exposiciones y proyecciones colectivas se destacan el “Future Generation Art Prize”, exposición paralela a la Bienal de Venecia (2019), FRONT Triennial (Cleveland, 2018), “Nuevos Nombres” Banco de la República de Colombia (Bogotá, 2018), “Prospectif Cinéma” Centre Pompidou (París, 2017), “À la lisière du quotidien” Jeu de Paume (París, 2017) y “Tropical Uncanny” Guggenheim Museum (Nueva York, 2014).
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